

La película se sitúa en una realidad donde la mentira es algo que no se conoce, ni en la práctica ni en el concepto. Es decir, la gente no sabe lo que es, y por ello, no mienten. La gente siempre dice la verdad de todo, sea cual sea la consecuencia, cosa que a veces da unos resultados algo extraños.
Pero, de repente, un perdedor llamado Mark Bellison, interpretado por Ricky Gervais, descubre la capacidad de mentir, pero claro, es el único que lo puede hacer, y en un mundo donde nadie puede mentir, esta nueva habilidad se convierte en una verdadera ventaja para subir tanto en el trabajo como en la vida personal, ya que mintiendo se puede meter a quien quiera en el bolsillo siendo imposible que otra persona le pueda superar.
La fama y la fortuna le sonríen, pero claro, en un lugar donde todo es verdad, la gente está completamente pendiente de lo que dice, y alguna de las mentiras que va profesando, se convierten en problemas a gran escala. Pero el gran problema de Mark Bellison aparece cuando hay una persona que empieza a sospechar de las “verdades” del protagonista, y aún es pero cuando esa persona resulta ser la mujer a la que Mark ama.
Con este abstracto argumento, la película dirigida mano a mano entre Matthew Robinson y el propio Ricky Gervais nos muestra la necesidad de la mentira. No dice que tengamos que mentir siempre, sino todo lo contrario, que la verdad es lo mejor que se puede hacer, pero sabiendo reconocer las mentiras como lo que son.
Ricky Gervais interpreta al protagonista y se rodea de gente como Jennifer Garner, a la que no conseguirá engañar, Jonah Hill, Jeffrey Tambor o Rob Lowe para completar un buen elenco de actores en una película que parece hecha para hacer reír pero que posiblemente nos haga tomarnos mucho más tiempo para pensar que no para los momentos de risa que viviremos durante la misma.
Imagen de wikipedia