

Pero lo que la hace especial es su contenido. La caja está llena de historias. En realidad, está llena de objetos. Objetos que pasarían desapercibidos porque no son más que, como indica el título de la película, cosas insignificantes en las que normalmente nunca reparamos. Cosas olvidadas, perdidas o tiradas por personas anónimas, desde un papel con unas anotaciones de una colegiala hasta una foto que apenas tiene color o un trozo de cristal.
La dueña de esta caja es Esmeralda (a la que da vida Paulina Gaitán), una adolescente con una actitud defensiva y un tanto irascible. La joven está harta y cansada de todo y todos cuanto la rodean: sus responsabilidades, su casa, su familia…
La caja llena de objetos es el lugar en el que encuentra refugio, un sitio en el que puede inventar historias y dar vida a los objetos: imaginar a gente que no ama, vivir emociones que en realidad no siente…
Cosas insignificantes nos habla de las historias de tres de los objetos de la caja y de las personas que hay detrás de ellos, que todos, a su forma, tienen dificultades para conectarse y comunicarse plenamente con las personas a las que aman realmente.
Una historia sobre la posibilidad de comunicarse, y también de la falta de comunicación.
Andrea Martínez es la directora de la cinta, y antes de Cosas insignificantes ha dirigido dos documentales (Icto Oculi y Urunkúngulo) algún corto (La novia Duranguense).
La fundación internacional IBERMEDIA ha sido una de las primeras en apoyar la película, cosa que también ha hecho Guillermo del Toro, el reconocidísimo director.