

Y es que ese es precisamente el tema de la película. Gordos. Gordos, un título contundente, que llena casi todo el cartel y que no se va de la mente del espectador. Pero contrariamente a lo que pueda parecer (y a pesar de que los actores tuvieron que engordar lo suyo para la película), el tema fundamental de la cinta no es la gordura física, sino más bien la gordura emocional.
Lo que en realidad "engorda" a los personajes no es todo lo que comen (que también), sino los acontecimientos que suceden en sus vidas, que no saben cómo digerir.
Así que en la película la gordura es más algo metafórico que algo literal, y representa todas las cosas que "nos tragamos", que nos guardamos en nuestro interior y que muchas veces, no somos capaces de asumir. Detrás de cada uno de los personajes de Gordos, hay una persona.
Y es que según el director, todos tenemos nuestro propio "personaje", tras el que nos ocultamos y que nos ayuda a sobrevivir día a día, pero que en realidad, no somos nosotros mismos. Igual que hacemos nosotros mismos muchas veces, los protagonistas de Gordos se esconden de las agresiones que vienen del exterior.
El espectador es quien debe descubrir quién es la persona que hay detrás de cada personaje que, en realidad, se engaña a sí mismo.
Sobre el género de esta cinta, hay mucho que decir. Es a la vez un drama y una comedia (eso sí, que nace de una base drámática), que tiene mucho de contradicción, un campo en el que el director se siente muy cómodo. Y es que en realidad, como muestra la película, todos somos contradictorios.