Las mil caras de Jim Carrey

Igualmente odiado y querido por el público, Jim Carrey es uno de los actores más taquilleros y mejor pagados del planeta. Su gran seña de identidad es su facilidad para cambiar el rostro y su capacidad innata para hacer reír, cualidades que le han consolidado como uno de los mejores actores cómicos.

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Raquel
sábado, 30 julio, 2011
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Animado por su padre, comenzó a la edad de quince años trabajando como payaso e imitando a Elvis Presley, James Stewart y Jerry Lewis en un cabaret de Toronto. Años más tarde decidió emigrar a Los Ángeles, consiguiendo en 1984 un papel en la serie de televisión “The Duck Story” y alcanzando la popularidad en 1991 gracias a la serie “In Living Color”.

Pero no sería hasta 1994 cuando consiguió su primer papel protagonista en una película con “Ace Ventura: detective de mascotas”. Ese mismo año estrenó “La Máscara” y “Dos tontos muy tontos”. Sin duda fue “La Máscara” la que marcó un antes y un después en su carrera. Su éxito fue tan grande que en 1995 se creó la serie de animación “La Máscara: la serie animada”, en la que Jim Carrey doblaba a su personaje.

A partir de ese momento estrenaba al menos una película por año. En 1995 volvió a meterse en la piel del detective de mascotas en “Ace Ventura: Operación África” e interpretó magistralmente al desequilibrado Enigma en “Batman Forever”. Un año después fue el neurótico acosador Ernie en “Un loco a domicilio”. La película, dirigida por Ben Stiller, tuvo una mala acogida entre la crítica y el público, ya que lo que se esperaba de Carrey entonces era verle en comedias hilarantes. Sin embargo, con el paso del tiempo la cinta está considerada como una película de culto.

Fue ganador de un Globo de Oro por "Man on the Moon"

En 1997 Jim Carrey protagonizó su primera comedia familiar, Mentiroso compulsivo”. Pero fue en 1998 cuando llegaría uno de los mayores éxitos de su carrera: “El show de Truman”, con la que demostró ser más que un actor de comedia. En ella Jim Carrey es capaz de conmover al público con una sola mirada; crea con naturalidad a un personaje cómico y dramático al mismo tiempo, trabajo por el que ganó el Globo de Oro al Mejor Actor en la categoría de drama. La película marcó su carrera hasta el punto en que un año después fue escogido para su segundo papel dramático en “Man on the Moon”, basada en la vida del excéntrico cómico Andy Kaufman. Gracias a esta genial interpretación no sólo se consolidó como un actor de registro ilimitado, sino que ganó su segundo Globo de Oro a la Mejor Actuación dramática.

A partir de entonces Jim Carrey obtuvo papeles de lo más variados. En 2000 volvió a la comedia con “Yo, yo mismo e Irene” y “El Grinch”. Un año después protagonizó un nuevo drama, “The Majestic”, y en 2003 triunfó con “Como Dios”. Al año siguiente volvió al drama con “¡Olvídate de mí!”, y en ese mismo año daba vida al malvado Conde Olaf en “Una serie de catastróficas desdichas de Lemony Snicket”, una actuación sobresaliente con la que se ganó una vez más el favor del público. A ésta le seguirían dos de sus películas más desapercibidas: “Dick y Jane: ladrones de risa” (2005) y “El número 23”. En 2008 estrenó “Dí que sí”, y en 2010 una de sus mejores películas, “Phillip Morris, ¡Te quiero!, basada en hechos reales.
La promoción que las distribuidoras hicieron de “Phillip Morris, ¡Te quiero!” es un claro ejemplo de cómo Jim Carrey sigue siendo para muchos ese hombre divertido de las mil muecas y vendido como tal. La película fue disfrazada como una comedia desternillante con el objetivo de arrastrar a la gente a las salas, pero nada más lejos de la realidad. Es una mezcla extraña y atrevida entre el humor negro y el drama romántico en la que Carrey concentra lo mejor de sí mismo en uno de sus mejores personajes.
Junto a Ewan McGregor en "Phillip Morris, ¡Te quiero!

Junto a Ewan McGregor en "Phillip Morris, ¡Te quiero!"

Actualmente podemos verle en cartelera en “Los pingüinos del Sr. Popper”, con la que vuelve a la comedia familiar. Pese a ser un actor comúnmente infravalorado, Carrey cuenta con admiradores en todo el mundo y, bajo el encasillamiento como el cómico que no para de gesticular, esconde un gran talento no siempre reconocido.

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